Ha realizado numerosas esculturas de carácter público que se encuentran en su mayoría en su ciudad, pero como ya hiciera con Fernando Mayoral, me voy a centrar en las esculturas literarias realizadas por Casillas.
Estas esculturas de tema literario están totalmente relacionadas con Salamanca, porque aparece en obras de ficción ambientadas aquí.
En primer lugar la escultura "El lazarillo de Tormes y el ciego" 1974
Está ubicada junto al puente romano, pues es en ese espacio donde el autor anónimo del Lazarillo de Tormes sitúa la acción que da comienzo al libro y que paso a mostraros:
Y Salimos de Salamanca y llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, que acercase el oído y que oiría un ruido dentro de él.
…Como sintió que tenía la cabeza cerca junto a la piedra, afirmó la cabeza y dióme una gran calabazada en el diablo del toro…
Necio, aprende, que el mozo de ciego un punto ha de saber más que el diablo…
Lázaro: pues sepan vuestras mercedes, ante todas cosas que a mí me llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antonia Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la tal causa tomé el sobrenombre, y fue de esta manera. Estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí. De manera que con verdad me puedo decir nacido en el río.
Del “Lazarillo de Tormes “
Comentaros que el verraco de origen vetton tuvo diferentes ubicaciones, en la acción que se narra en el libro, estaba situado a la altura de los transeúntes y no en un lugar elevado como ahora.
Esta obra de Casillas es la que más se identifica con Salamanca, donde elementos reales como el verraco y de ficción, como ubicar la acción entre el pícaro y el ciego justo en el puente romano se dan la mano, para hacer más verosímil lo representado.
Es también de Agustín Casillas el busto de La Celestina, 1976.
La alcahueta más famosa de cuantas ha habido.
Se encuentra en el huerto de Calisto y Melibea, donde según parece se daban cita estos dos amantes cuyo amor resultó imposible.
En la base se puede leer:
Soy una vieja
Cual Dios me hizo no peor
Que todas…, si bien
O mal vivo Dios es el
Testigo de mi corazón
Celestina.
La Celestina -acto XII
Muy cerca del Huerto de Calisto y Melibea, se encuentra la escultura dedicada por Casillas a Diego de Torres Villarroel, 1993.
Está en un espacio mágico, La Cueva de Salamanca, donde según cuenta la leyenda, Satanás, bajo la apariencia de sacristán, impartió doctrinas de ciencias ocultas, adivinación, magia.
Este busto se puede contemplar tanto en su parte anterior, que representa a Torres Villarroel, como posterior que representa a un búho. Os la muestro por las dos partes.
Las obras literarias que hablan de Salamanca, han sido fuente de inspiración constante en el escultor. Yo me pregunto:
¿qué imagen tendrían dichos lugares sin estas esculturas?,
¿qué sería de la belleza de esta ciudad literaria sin ellas?
Agustín Casillas también ha modelado dos bustos de D. Miguel de Unamuno.
Se encuentra en Las Escuelas Mayores, en el Aula Unamuno, es de 1972.
Este busto, es singular, pues muestra a Unamuno con gafas, siendo la única escultura – que yo tenga constancia- que se le representa con sus gafas redondas.
La otra escultura de D. Miguel, está en El Casino, es de 1975, lugar del que fue contertulio y al que asistía todas las tardes para echar su partida de cartas.
Casillas conoció a Unamuno cuando él era pequeño. Será una de tantas personas que se acuerdan de ver a D. Miguel paseando por las calles de la ciudad.
Para terminar citar el medallón de Cervantes que Casillas realizó en la Plaza Mayor, en 1973.
Está ubicado junto a Unamuno, Fray Luis, Santa Teresa, Nebrija, etc.
Salamanca, ciudad literaria no te falta quien hable de ti, del encanto que encierran tus rincones, tus plazas, ni te faltan hijos que te canten, ni que embellezcan los espacios con sus obras como en este caso el querido escultor Agustín Casillas.
Por la imagen que tengo de la ciudad, escribí este brevísimo pensamiento dedicado a la Salamanca literaria:
Salamanca de escritores,
místicos, poetas,
lazarillos, celestinas
y de historias en las cuevas.
¡Salamanca, ciudad de ensueño, donde literatura y vida se confunden!
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