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domingo, 29 de julio de 2012

Unamuno en Canarias. 1910


He pasado unos días en Las Palmas, G.C. y allí tuve noticia de una escultura de Miguel de Unamuno ubicada en Artenara, cuyo autor es el escultor grancanario Manolo González.

¿Qué hace una escultura de D. Miguel en Artenara ? se preguntarán los que lean este blog.



Pues debo deciros - a los que no lo sepáis - que el escritor estuvo en dos ocasiones en Canarias. 
La primera, en 1910, con motivo de unos juegos florales a los que fue invitado, en el que resultó ganador nuestro poeta modernista Tomás Morales, él lo diría así: 

"el pretexto para aquel viaje inolvidable, grabado ya en la roca de mi espíritu, fueron unos juegos florales a los que me llamaron de mantenedor"

Y la segunda y más conocida en 1924 con motivo de su confinamiento y destierro a Fuerteventura.

Lejos de castigarlo Primo de Rivera mandándolo a esa pobre isla, Unamuno encontró en ella un remanso de paz para su atormentado espíritu.

Os voy a dejar unos textos, que corresponden a su estancia en Gran Canaria, donde recorrió en burro, varias localidades de la isla y lo que escribió acerca del paisaje de Tejeda, y otro, donde podéis sentir el amor que Unamuno sintió hacia Fuerteventura.

Gracias a Mª del Rosario Henríquez Santana (Saro) que me proporcionó las fotos de la escultura, a la que fotografiaré yo misma cuando vuelva a Gran Canaria.

Aquí os dejo lo que escribió D.Miguel. 

…Todas aquellas negras murallas de la gran caldera, con sus crestas que parecen almenadas, con sus roques enhiestos, ofrecen el aspecto de una visión dantesca.
…Es una tremenda tempestad petrificada, una tempestad de fuego más que de agua.
…Aquí se adivina lo que debió ser el terrible combate entre Vulcano y Neptuno, entre el dios del fuego y el dios del agua.
…Y allá lejos, por encima de las crestas en que se yerguen …encrespados los roques, se alzaba sobre el mar, no ya de agua, sino de niebla, la isla de Tenerife, cual visión celeste y dominándola, el gigante atalaya de España, el pico Teide.



Foto:  Juan Ramón Rodríguez Sosa

…Diríase que estaba suspendido en el cielo. De tal modo un mar de niebla cubría y abrigaba al mar de agua.
…Uno de los más extraños efectos de esta tierra el de asomarse a una barranca y no ver el agua en el fondo de ella.
… un río, un verdadero río, un río rumoroso, con sus cascadas, sus colas de caballo, sus remansos, sus rápidos, esto no se ve.
“Las agonías insulares de Miguel de Unamuno“    Bruno Pérez Alemán, pág 111,112,113



De esta su primera época en la isla, os dejo esta foto, que es una placa escultórica colocada en la plaza Tomás Morales en Moya G.C. donde deja constancia de lo que sintió cuando conoció Los Tilos de Moya.


Dice así:
Bajamos a los Tilos, desde la finca de S. Fernando, por un abrupto atajo. Y allí en el fondo, una riqueza de frondosidad. Y un arroyo, un verdadero arroyo, con agua fresca, rumorosa y corriente. En ella hundí mis pies enardecidos y en el chorro de una fuente chapucé mi cabeza. ¡ Qué lejos del mundo en aquella quebrada de Los Tilos, entre los tilos y eucaliptos. Era como un aislamiento más en el aislamiento de esta isla!

Mirad que pensamiento ¡ tan bonito del escritor sobre la tranquilidad que le da el lugar:

¡Se siente ganas de quedarse, de quedarse a olvidar… ¿a olvidar? Tal vez más bien a recordar!
¡quién sabe! 
¡Hay que volver, es decir, hay que seguir viviendo!
Mañana espera, espera ese terrible mañana, que es el eterno misterio.
no poder quedarse en una de estas quebradas, junto al arroyo, bajo los tilos que forman como una vasta catedral viviente, con sus miles de columnas y su bóveda de follaje; no poder quedarse allí, en un hoy perpetuo, sin ayer y sin mañana! 
Pág. 117

Así pensaba Unamuno de las islas en su primer viaje a las mismas: 

“Los que al cruzar el Atlántico os detengáis un momento en este mesón puesto en una encrucijada de camino de los pueblos, no dejéis de echar pie a tierra en él y si disponéis de tiempo internaos en la isla. No perderéis el tiempo. Os lo aseguro. "   Agosto 1910.
Pág. 121

"Fui a los juegos florales de Las Palmas a decir lo que bien me pareciera, y sobre todo a conocer aquello y los espíritus que allí, en aquel a-isla-miento, alientan y ansían.  
… Más, sobre todo, traje afectos y dejé afectos allí, lo que bien vale un viaje." 
Pág. 125



Es tanto lo que tiene este libro del espíritu “canario“ de Miguel de Unamuno, que no puedo sino recomendároslo. En cuanto conocí lo que el escritor sintió por mi tierra y en ella, lo siento como uno más.

Bien sabéis que aquí en Salamanca se le ha nombrado hijo adoptivo, cuándo Canarias sabrá reconocer – como él merece- lo que le debe a Unamuno.

Reconocer es algo más que poner esculturas del escritor en los lugares que visitó, yo me refiero a un auténtico homenaje, cada canario debe saber, qué escribió Unamuno de su tierra, y ¿por qué no? también hacerlo hijo adoptivo de Canarias. 

Amigos ¿sueño? ¡ojalá que no! 

Pocas palabras tan bellas sobre nuestras islas, sobre nuestro carácter, sobre nuestras costumbres…, he leído que le dedique un escritor no canario.

También intentó espabilarnos, despertarnos de nuestro aplatanamiento, de nuestra soñarrera, que le achacaba más que a nuestro clima, a que nos interesamos poco por los problemas nacionales, europeos, mundiales, lo cual “les desinteresaría de sus pequeños problemas insulares, de sus rivalidades de isla a isla“ 

Nota: El artículo relacionado con Unamuno y Fuerteventura aparecerá en septiembre, estoy trabajando en él.


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