I
Se quedaron vacías de ti
las calles de Salamanca,
cuando una decisión vil te llevó al destierro
donde habías de sufrir confinamiento :
¡ Fuerteventura !
Del ruido y la agitación política
pasaste a la calma majorera,
a dialogar con el mar,
el camello y la palmera.
Y volviste con fuerza a sentirte poeta,
allí, en la fuerteventurosa
¡Fuerteventura !
La isla más seca y pobre te cautivó,
y hasta soñaste con la posibilidad
de ser enterrado en ella.
Llevaste a la isla
en tu alma y en tu corazón
hasta la muerte,
y soñaste con volver.
Sentiste como canario
y en Salamanca, añorabas
los elementos calmos de la isla,
que te hicieron más llevadera la espera.
Alimentaste de Canarias tu espíritu
y fuiste isleño y salmantino y vasco
y español y universal
¡ Unamuno !
II
No fue noche tu destierro,
sino calma y luz para tu espíritu agitado,
y un llenar las alforjas con versos nuevos,
con sello de isla rubricados.
No fue noche tu destierro,
sino calma y luz para tu cuerpo cansado,
Fuerteventura es Unamuno y es isla,
y Unamuno es Fuerteventura por los siglos.
Elena Díaz Santana
Abril 2012
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