MenuDesplegable

sábado, 19 de enero de 2013

Galdós y Unamuno pintados por Sorolla

Joaquín Sorolla, Valencia 1863- Madrid 1923


Considerado como "el gran maestro de la luz" de su tiempo, su estilo creó escuela y hoy es referente en la pintura mundial. Especialista en la técnica del luminismo reflejando en sus cuadros una gran vitalidad y optimismo. Fue reconocido tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Hizo numerosos retratos  entre ellos los de escritores y  figuras destacadas del liberalismo de la época.

Benito Pérez Galdós, Las Palmas de G.C. 1843- Madrid 1920.


Su retrato fue realizado por Sorolla en 1894, cuando Galdós tenía 51 años.
Representa al escritor canario sentado en un banco en cuyo respaldo apoya el brazo derecho, sosteniendo un cigarro con boquilla, con la mano izquierda agarra la empuñadura de su bastón. En la pared situada a su espalda, cuelga un cuadro que representa una marina, alusión al origen insular de Pérez Galdós. Este cuadro se hizo muy conocido cuando la fábrica de moneda de España, lo utiliza como imagen de su billete de mil pesetas. 
Fue adquirido por el Cabildo de G.C. en 1973 y se puede contemplar en la casa museo del escritor en su ciudad natal, Las Palmas.

Miguel de Unamuno, Bilbao 1864 -Salamanca 1936.


El cuadro de D. Miguel, es más austero en su composición. Muestra al escritor bilbaíno de pie, pero no de cuerpo entero, vestido con su habitual atuendo: traje negro con jersey negro y camisa blanca a la que vemos solamente el cuello. Está junto a un sillón. Unamuno está de perfil, con la mano metida en el bolsillo. Dominan los tonos apagados, a pesar de ello, los grises y blancos dan cierta luminosidad.

Es un óleo sobre lienzo que se puede contemplar en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Si este retrato fue pintado en 1919, Unamuno tenía 55 años cuando Sorolla lo inmortalizó.

Estas tres personas, los dos escritores y el pintor, fueron coetáneos.
El mayor de ellos era Galdós que nació en Las Palmas de G.C. en 1843, veinte años más tarde, en 1863, nacía Sorolla en Valencia y veintiún años más tarde que Galdós, en 1864, nacía en Bilbao,    Miguel de Unamuno.
El primero en morir de los tres también fue Galdós, murió en 1920 en Madrid, a los setenta y siete años, después también en Madrid,  Sorolla en 1923, a los sesenta años y por último Unamuno en Salamanca en 1936, contaba cuando murió setenta y dos años.
Los tres conocían la obra de los otros.



Sorolla a Galdós y Unamuno, ambos escritores prolíficos y de gran relevancia en el panorama cultural y político de la época y Unamuno y Galdós de sobra conocían la obra de este pintor valenciano.
El cuadro de Pérez Galdós, es uno de los retratos más conocidos del escritor canario, no así el de Unamuno, que posó para un gran número de pintores, trascendiendo en igual medida que los de otros pintores, como el retrato que le realizó Zuloaga.

Hemos de destacar la admiración que Unamuno sentía por Zuloaga, a quien ensalzó atacando directamente los cuadros de Sorolla: 
"Zuloaga  no nos ha dado el ligero engaño de un espejismo levantino,
  …Zuloaga nos ha dado en sus cuadros llenos de hombres fuera del tiempo y de la historia, un espejo del alma de la patria".

Sorolla no contó con el reconocimiento de los intelectuales de su época, sí Zuloaga a quienes sentían como el representante de ese alma española que la generación del 98 pretendía regenerar con Unamuno al frente.
A Sorolla se le acusaba de reflejar una imagen irreal de nuestra patria, limitándose a ensalzar las bondades de quien le pagaba, figuras de niños que juegan en el mar, etc.

Su no implicación le llevó en muchos casos a la exclusión, sus esfuerzos se centraron únicamente en su labor artística y su familia.
En el lado opuesto estaba Unamuno, poseedor de una pluma incorruptible e insobornable. Para él el liberalismo representaba su filosofía vital, su razón existencial.




















Unamuno y Galdós coinciden en ser inmortalizados para la posteridad en este caso, por el mismo pincel, el de Sorolla. Habían compartido a los escultores Victorio Macho y Pablo Serrano, cuyas esculturas disfrutamos cada día y ante las cuales se les rinde homenaje con frecuencia.
Para más información os remito al blog, a la entrada "Unamuno y Galdós" del mes de Agosto de 2012.

Lo que no sé es por qué Unamuno cambió de opinión y se dejó inmortalizar por Sorolla.     
Tal vez porque terminó por reconocer la gran valía del pintor valenciano, considerado "el maestro de la luz".   

Como anéctoda deciros, que la cerámica de Sargadelos, famosa por sus piezas decoradas en los tonos azules sobre blanco, también han unido a estos dos escritores, en una serie de pequeñas tazas, dedicadas también a Valle Inclán y Picasso.



Espero que os haya gustado este artículo y que os haya resultado interesante.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Imprimir en PDF